A las
cinco de la mañana me avisan que murió un primo en Birmania.
A las
nueve me cuentan que me otorgaron un premio de consuelo
en los
juegos florales de Isla Negra.
A las
doce me dicen que comenzó una nueva guerra en el medio oriente.
A las
tres de la tarde me recuerdan que debo asistir a una mesa redonda
sobre
la importancia de Altazor en la literatura contemporánea.
A las
cinco me solicitan que responda una encuesta
sobre
las virtudes de la próxima Presidenta de la República.
A las
siete me relatan que mi hijo está preso en una comisaría
y que
lo dejan libre por quinientos mil pesos.
A las
nueve de la noche me invitan a un encuentro amoroso
en una
cabaña con chimenea frente al mar.
A las
doce en punto me advierten que sólo me resta una semana.
El perro leía sobre la Santa Inquisición.
Sobre el exterminio de los fueguinos.
Sobre los métodos de tortura.
El perro leía sobre la conquista de América.
Sobre las figuras del sadomasoquismo.
Sobre el crimen de Gandhi.
El perro leía sobre los experimentos de los
nazis.
Sobre la pedofilia al interior de la iglesia.
Sobre los peligros del sida.
Y regresó a los bosques.
Recuerdo una de mis primeras reencarnaciones
pintando escenas de caza en la Cueva de
Altamira.
En la Antigua Grecia, estuve en el Liceo de
Aristóteles,
donde aprendí que para discutir hay que
hacerlo caminando.
Cuando viví en Israel acompañaba a Jesús
cuando predicaba
a los cuatro vientos y fui testigo cuando
resucitó a Lázaro.
También en el oriente fui un entusiasta discípulo
de Buda
y sigo meditando desde aquella época.
Todavía recuerdo que en la Edad Media sufrí
los castigos
de la Santa Inquisición por rebelarme a la
verdad divina.
Luego trabajé en el taller de Leonardo da
Vinci
y formé parte del equipo que proyectó el
primer submarino.
Yo acompañé a El Quijote en sus fabulosas andanzas
y me encantó cuando peleábamos contra los
molinos de viento.
Durante la primera guerra tuve amoríos con
Mata Hari
y lloré su trágica muerte acusada injustamente
de espionaje.
Finalmente asistí a los cursos de física de
Einstein
y desde entonces asumí que todo es relativo en
la vida.
Coloco una vieja fotografía con un sombrero
negro
que luego me obligan a cambiar por una clásica
de frente y perfil.
Anoto el día, el mes y el año exacto de mi
nacimiento
que por extraña razón no coincide con el
certificado de bautismo.
Escribo la dirección de mi hogar de la
infancia.
Sostengo que no hice el servicio militar
obligatorio.
Sobre mi estado civil incluyo una foto de mi
amada en la playa
con una sencilla dedicatoria que alude a la
belleza de una sirena.
Declaro que desde los 15 sufro de soplo al
corazón
y que uso bastón cuando el camino se pone muy pedregoso.
Hago una completa relación de mis travesías
por el viejo mundo.
Adjunto mi pasaporte con todos sus timbres y
sellos
y un álbum con típicas imágenes ciudadanas.
Dejo de lado las que me puedan incriminar en una
eventual trata de blancas.
Hago una orgullosa mención de mis hijos y de
mis nietos.
Adjunto un falso diploma o más bien un título
de ficción:
“Experto en cartas de amor para corazones
tristes”.
Incluyo un par de poemas para darle mayor
consistencia.
Omito un ocasional trabajo de bailarín en una
boite porteña.
Menciono que hablo diversos idiomas que ya no
existen.
Coloco una medalla que me otorgaron de premio
de consuelo
en un concurso de poesía en Isla Negra.
Adjunto una carta de referencia de mi mejor
enemigo.
Y declaro que soy anarquista pero de la
corriente pacifista,
definición que a la gente normal le parece
contradictoria.
Será
difícil prohibir nuestras sagradas ceremonias.
Responder
nuestros sólidos argumentos.
Minimizar
nuestros gestos heroicos.
Será
difícil destruir nuestros preciados sueños.
Reprimir
nuestros actos solidarios.
Frenar
nuestras altas pasiones.
Será
difícil cortar nuestras profundas raíces.
Los peones se colocan en fila india.
Los caballos están visiblemente nerviosos.
Los alfiles invocan a los dioses.
Las torres comienzan a arder por sus cuatro
costados.
El rey busca definir su última jugada.
La reina seduce al enemigo.
Donde dice que nació el 7 de abril en Santiago
de Chile
debe aclararse que su madre estaba de paso por
la ciudad.
Donde dice que fue bautizado por la iglesia
católica
debe explicarse que fue sin su consentimiento.
Donde dice que su primer libro lo publicó a
los 33 años
debe adjuntarse un poema de amor que escribió
a los 21.
Donde dice que no se le otorgó el título de
profesor de estado
debe declararse que fue porque se construyó su
propia carrera.
Donde dice que vivió un tiempo en la costa del
pacífico
debe mencionarse que estuvo una época internado
en una clínica.
Donde dice que tiene tres hijos con su señora
esposa
debe agregarse que tiene otra descendencia en Buenos
Aires.
Donde dice que habla inglés y francés
perfectamente
debe manifestarse que también cultiva el
idioma del silencio.
Donde dice que lamentablemente murió en un
accidente de caza
debe corregirse que se disparó un balazo en la
cabeza.