El libro está cansado de ser libro.
De ser siempre escrito por otros autores.
Sobre todo cuando no comparte sus relatos.
El libro quiere salir de la solemne biblioteca.
Conversar sobre el origen del universo.
Y sobre el destino de occidente.
El libro quiere escribir como un condenado.
Poseer el encanto de García Lorca.
Y la maestría de Nicanor Parra.
El libro quiere escribir en otro libro.
Por ejemplo, sobre la conciencia religiosa.
Y sobre los misterios de la neurociencia.
El libro quiere trascender más allá de sus
páginas.
Sentir en carne propia la pasión por la
escritura.
Y amar con locura a otro libro.